martes, 17 de julio de 2012

Se terminó la espera


Inicio este texto citando un fragmento de la columna de Jorge Barraza ‘Un amor inexplicable’ (http://bit.ly/NJ7TQI):

“Uno se hace hincha del Santos por la leyenda de Pelé y compañía, esos Globetrotters que asombraron al mundo; del Real Madrid por la saga de conquistas que implantó Di Stéfano; del Barsa actual por su fútbol tan bonito; de Boca por la garra; de Peñarol por la camiseta negra y oro; de Colo Colo por el indio del escudo, que magnetiza... Pero hay clubes que no tienen explicación. Entre estos está el Santa Fe.

Y sí, hay cosas que son difíciles de explicar; por ejemplo ese sentimiento de felicidad que se siente al ver a su equipo quedar campeón después de 37 años de sequía. No lo voy a negar, apenas Ómar Pérez tomo el balón al minuto 91 y salió por la lateral alejando el peligro del arco de Independiente Santa Fe, empecé a escurrir lágrimas y en el momento en que Wilmar Roldán dio el pitazo final el llanto se hizo incontenible.

No lo podía creer. El ‘León’ había vuelto a rugir después de tanto tiempo, ver esa sensación en el rostro de otros santafereños de: “¡no lo puedo creer!”, hace que uno no entienda el porqué de ese sentimiento hacia un equipo de fútbol. Los abrazos van y vienen, las lágrimas se hacen presente y es imposible no gritar desde lo más adentro del corazón la palabra: ¡campeón!

La hinchada santafereña ha sido muy sufrida, siempre quedábamos en: “el otro semestre sí es”, “jugó bien pero le faltó para ser campeón”, “estuvo tan cerca”;  podemos revivir el gol al minuto 88 de Wilder Medina en el 2010, la eliminación contra el Once Caldas del año pasado en El Campín,  y sí, la final que se perdió con Nacional en el 2005, entre otros casos.

Aunque en el 2009 y contra el mismo rival se ganó la Copa Colombia o Copa Postobón- como quieran llamarla- nosotros, los hinchas de Santa Fe queríamos ver en el escudo la séptima estrella, que por fin llegó, de las manos de Ómar Pérez, de Copete, de Cabrera, de Gutiérrez, de Pastrana y del resto de leones que dejaron su alma en la cancha y que tenían sed de gloria con esta institución, para dar esta satisfacción tan grande a toda la gente que siempre estuvo ahí, en las buenas y en las malas.

Es difícil explicar esa sensación de ver, por primera vez, a mi equipo campeón, es algo realmente impagable, así que lo único que diré será: “Santa Fe, Santa Fe, muchas gracias, Santa Fe”.

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