Por estos días he visto críticas y preguntas en redes sociales sobre
el uso del carro. Algunos lo culpan de la problemática de movilidad que
vive Bogotá. No hay duda que la ciudad está llena de vehículos, pero las
alternativas para transportarse decentemente en la capital son muy
pocas.
Sí, en mi carro voy de trancón en trancón. Pero, ¿los buses tienen alas? Ellos también andan metidos en el tráfico bogotano. Eso, sin contar que uno va como un animal de lo lleno. Por eso, usaré esa frase de cajón: “prefiero el trancón en mi carro”. (Lea también: El transporte público en Bogotá: ¿en crisis por cultura ciudadana?)
¿Por qué la uso?, simple: en mi carro no tengo que aguantarme las personas que no les gusta bañarse, por ejemplo. Algunos realmente huelen muy mal.
Pongo la música que a mí me gusta y no tengo que aguantar a todo volumen las canciones que les gustan a aquellos que no saben que hay un invento que se llama audífonos.
Si tengo calor o frío puedo ajustar la temperatura y no tener que rogarle a la persona que está en la ventana que por favor cierre o abra la ventana del bus.
Además, por tiempo, me beneficia mucho el carro. Salgo de mi casa, lo prendo y arranco. No tengo que esperar – bueno, los días de pico y placa sí- a que aparezca un bus del SITP para que me lleve al trabajo o a la casa. En varias ocasiones he esperado hasta 1 hora el bus. El promedio es de 30 minutos, que igual es mucho para esperar uno. Ese tiempo recorrido en el carro es oro.
En el carro puedo usar Waze, una de los mejores apps que se pudieron haber inventado, para esquivar los trancones. Me ha funcionado de maravilla. En cambio, en el SITP, ya hay trancón hasta en los paraderos para dejar o recoger gente.
Usaría taxi, pero vivo en un sector alejado de muchas cosas y me cobraría mucho. Con decirles que lo que me cobra un taxi desde un sitio de rumba (Galerías o calle 85, por ejemplo) hasta mi casa es lo que le echo de gasolina a mi carro a la semana. En ese orden de ideas, ni hablar de Uber, que hasta ilegal salió.
Bueno, muchos dirán que también existe la bicicleta. Sí, es un medio de transporte eficiente y sostenible. Sin embargo, ya les mencioné la distancia. Aunque ese es el problema menor, con un poco de esfuerzo podría suplir ese inconveniente, pero el de la seguridad sí es complicado. Ya a varios vecinos les han robado sus bicis.
Así que para exponerme a que me roben, a durar más tiempo metido en un bus para 40 personas con 56 humanos alrededor, a aguantarme los malos hábitos de muchos, prefiero ir en la comodidad de mi carro. Quizá cuando muchas de esas cosas cambien, tal vez ahí sí me motive a bajarme de él. Los carros no son los malos del paseo.
Todo eso sin contar los paseos que me pego los fines de semana planeados a último momento.
Fernando Castañeda
Sí, en mi carro voy de trancón en trancón. Pero, ¿los buses tienen alas? Ellos también andan metidos en el tráfico bogotano. Eso, sin contar que uno va como un animal de lo lleno. Por eso, usaré esa frase de cajón: “prefiero el trancón en mi carro”. (Lea también: El transporte público en Bogotá: ¿en crisis por cultura ciudadana?)
¿Por qué la uso?, simple: en mi carro no tengo que aguantarme las personas que no les gusta bañarse, por ejemplo. Algunos realmente huelen muy mal.
Pongo la música que a mí me gusta y no tengo que aguantar a todo volumen las canciones que les gustan a aquellos que no saben que hay un invento que se llama audífonos.
Si tengo calor o frío puedo ajustar la temperatura y no tener que rogarle a la persona que está en la ventana que por favor cierre o abra la ventana del bus.
Además, por tiempo, me beneficia mucho el carro. Salgo de mi casa, lo prendo y arranco. No tengo que esperar – bueno, los días de pico y placa sí- a que aparezca un bus del SITP para que me lleve al trabajo o a la casa. En varias ocasiones he esperado hasta 1 hora el bus. El promedio es de 30 minutos, que igual es mucho para esperar uno. Ese tiempo recorrido en el carro es oro.
En el carro puedo usar Waze, una de los mejores apps que se pudieron haber inventado, para esquivar los trancones. Me ha funcionado de maravilla. En cambio, en el SITP, ya hay trancón hasta en los paraderos para dejar o recoger gente.
Usaría taxi, pero vivo en un sector alejado de muchas cosas y me cobraría mucho. Con decirles que lo que me cobra un taxi desde un sitio de rumba (Galerías o calle 85, por ejemplo) hasta mi casa es lo que le echo de gasolina a mi carro a la semana. En ese orden de ideas, ni hablar de Uber, que hasta ilegal salió.
Bueno, muchos dirán que también existe la bicicleta. Sí, es un medio de transporte eficiente y sostenible. Sin embargo, ya les mencioné la distancia. Aunque ese es el problema menor, con un poco de esfuerzo podría suplir ese inconveniente, pero el de la seguridad sí es complicado. Ya a varios vecinos les han robado sus bicis.
Así que para exponerme a que me roben, a durar más tiempo metido en un bus para 40 personas con 56 humanos alrededor, a aguantarme los malos hábitos de muchos, prefiero ir en la comodidad de mi carro. Quizá cuando muchas de esas cosas cambien, tal vez ahí sí me motive a bajarme de él. Los carros no son los malos del paseo.
Todo eso sin contar los paseos que me pego los fines de semana planeados a último momento.
Fernando Castañeda
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