La afición por comprar el Baloto cada día crece más y más y más y más… Y
es obvio, el sueño de ganarse el premio mayor, que ascendió a los $110.000
millones, ronda en la mente de miles de colombianos.
Yo nunca he sido comprador ni admirador de los juegos de
azar, pero, ahora estoy sintiendo no solo la necesidad sino la obligación de
invertir los 5.500 pesos para convertirme en uno de los hombres más ricos del
país.
Pero, me puse a pensar qué haría yo con tanto dinero, no
sabría en qué gastarlo ni qué hacer con mi futuro: ¿Crearía una gran empresa? ¿Me
voy a vivir a otro país? ¿Me tocaría llevarme a toda mi familia? ¿Me tengo que
cuidar y proteger a los míos de secuestradores y ladrones? ¿Le cuento a
alguien? ¿Los que regulan el juego no filtrarán mi nombre?...
No es fácil tomar una decisión si uno se ganara ese
maravilloso premio, ya que el miedo y la felicidad serían los dos sentimientos-
encontrados- que, creo yo, sentiría en el momento en que vea mis números en la pantalla del televisor.
A pesar del miedo, cómo hacer para no sentirse tentado a
hacer parte de esos fieles compradores de Baloto, si sus comerciales en la
televisión muestran la dura vida que llevan los multimillonarios, me tocaría
decidirme entre unas vacaciones en Paris o en la India y no como ahora que me
toca decidir entre Anolaima y Melgar.
Además, no solo influyen los comerciales que veo a diario,
también lo hace la mayoría de gente hablando en los buses, en los parques, en
las redes sociales y en las calles de lo animados que están porque esta vez si
tienen los números ganadores y ya están haciendo planes de cómo se van a gastar
ese dinero. Eso, sin contar el eslogan de ‘Cómprelo, gánelo y disfrútelo’,
suena muy fácil, ¿no?
En fin, no queda de otra que ir a comprar el Baloto -que está
dejando en la quiebra a las loterías-, esperar que mi suerte cambia, para así,
dejar de escribir blogs y empacar maletas para irme bien lejos. Recuerde que: “soñar
no cuesta nada”.
Fernando Castañeda
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