Por lo general siempre escribo el texto y después veo que título ponerle, pero esta vez no fue así. Todo nació de la pregunta: ¿hacia dónde va la gente?, para empezar a ir hacia el otro lado.
Y no es que tenga algo contra las personas en general, sólo veo que si sigo el camino de la mayoría de la gente, poco a poco, dejaría de luchar por mis sueños, me empezaría a enfocar en tratar de sobrevivir en este mundo, que en perseguir lo que desde pequeño siempre quise.
Todo empieza cuando se consigue un nuevo trabajo, en el que la rutina de cumplir un horario va frenando las ilusiones planteadas en el colegio o universidad. El tiempo libre ya no se dedica a luchar por los sueños sino a descansar lo que más se pueda, antes de tener que volver a la empresa de la que se es parte.
En qué momento a uno le meten la idea en que lo mejor es trabajar en una empresa en la que uno tiene derecho a vacaciones quince días al año, sí, quince días. Dedicar cinco o seis días semanales a la oficina, y el único día libre es para descansar, descansar y descansar de tanto trabajar, trabajar y trabajar.
A dónde quedaron esos sueños de ser astronauta, futbolista, cantante, un multimillonario creando empresas en todos los países y viajando por el mundo, en yates, con las modelos más reconocidas, mejor dicho, James Bond comía papas fritas comparado con lo que inicialmente queríamos.
Muy pocos van detrás de esos sueños, y quienes consiguen lo que quieren lo único que hicieron fue perseverar, pero como siempre nos vamos por lo fácil, busquemos un empleo en el que vamos a enriquecer a un grupo de empresarios, que mientras usted está detrás de un computador diez horas del día por cinco o seis días a la semana, ellos están rascándose la panza y bebiendo güisqui en alguna playa paradisíaca.
En fin, como me da pereza irme solo, me iré por el mismo camino que la gran mayoría, ¿hacia dónde vamos?
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