Culpo a la televisión de frustrarme
con cosas o situaciones que aparentemente ocurren con mucha facilidad, pero que en la vida real son casi imposibles
que sucedan.
Por ejemplo: conocer una mujer en televisión es muy fácil,
va desde encontrarse por casualidad en un bus – no me imagino conquistando a una
mujer en el TransMilenio a las 6 de la tarde – o simplemente se van a vivir a
un lugar y preciso ahí viven como 50 mujeres, todas en una sola cuadra, y obviamente
son todas hermosas.
En la vida real cuando intento acercarme a una mujer en la
calle no me mira con ojos de deseo como en la televisión, por el contrario, me
mira con temor y hasta debe pensar que la voy a robar. Por otro lado, las vecinas
nunca son como aparecen en la pantalla ni son tan fáciles de espiar de
ventana a ventana, como es usual en los programas y en las películas que vemos.
Asimismo, en esa pequeña caja de ilusiones (el televisor)
nos muestran lo fácil que es robar o asesinar, en algunas ocasiones se ve como algo muy
bueno y que da estilo (véase: La gran estafa o James Bond) o puede llegar a ser muy malo y causar repudio entre la sociedad.
Todo este rollo de la televisión me lleva a pensar en dos programas: Yo me llamo y Colombia tiene Talento; estos concursos ofrecen un espacio en
donde los colombianos hacen lo que sea por salir del anonimato, algunos participantes tienen una muy buena propuesta para ofrecer al televidente, pero
otros sólo sobresalen por el ridículo tan grande que hacen.
De este modo y al ver detenidamente estos dos concursos me puse a reflexionar y a cuestionarme: ¿con qué
talento nací yo? Los que se presentan a este tipo de programas, en su gran mayoría, no se
preguntaron lo mismo que yo y por eso su presentación no pasa de una simple burla nacional.
Así que, al darme cuenta que no tengo un gran talento para
presentarme a alguno de esos concursos lo único que me queda por hacer es
comprarme unas buenas Ray-Ban y esperar que un buen productor, acompañado de un
excelente mánager, me saque adelante en el mundo del reguetón a pesar de no ser
paisa y no tener una buena voz.
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