martes, 2 de diciembre de 2014

¿Por qué defiendo el uso del carro particular?

Por estos días he visto críticas y preguntas en redes sociales sobre el uso del carro. Algunos lo culpan de la problemática de movilidad que vive Bogotá. No hay duda que la ciudad está llena de vehículos, pero las alternativas para transportarse decentemente en la capital son muy pocas.

Sí, en mi carro voy de trancón en trancón. Pero, ¿los buses tienen alas? Ellos también andan metidos en el tráfico bogotano. Eso, sin contar que uno va como un animal de lo lleno. Por eso, usaré esa frase de cajón: “prefiero el trancón en mi carro”. (Lea también: El transporte público en Bogotá: ¿en crisis por cultura ciudadana?)

¿Por qué la uso?, simple: en mi carro no tengo que aguantarme las personas que no les gusta bañarse, por ejemplo. Algunos realmente huelen muy mal.

Pongo la música que a mí me gusta y no tengo que aguantar a todo volumen las canciones que les gustan a aquellos que no saben que hay un invento que se llama audífonos.

Si tengo calor o frío puedo ajustar la temperatura y no tener que rogarle a la persona que está en la ventana que por favor cierre o abra la ventana del bus.

Además, por tiempo, me beneficia mucho el carro. Salgo de mi casa, lo prendo y arranco. No tengo que esperar – bueno, los días de pico y placa sí- a que aparezca un bus del SITP para que me lleve al trabajo o a la casa. En varias ocasiones he esperado hasta 1 hora el bus. El promedio es de 30 minutos, que igual es mucho para esperar uno. Ese tiempo recorrido en el carro es oro.

miércoles, 8 de octubre de 2014

¿Hacia dónde va el fútbol colombiano?

Mientras el fútbol europeo, y más después del Mundial de Brasil, se adentra cada vez más en los aficionados de Colombia por el gran manejo de mercadeo que hacen para crear hinchas fieles lejos de su país, la Dimayor hace que cada vez se pierda credibilidad hacia nuestra liga de fútbol.

No entiendo el por qué buscan que América suba a las malas. Y no nos vamos a mentir, la decisión de cambiar el torneo no se tomó por Cúcuta, Pereira, Cortuluá, Bucaramanga, Unión Magdalena, Quindío y Real Cartagena, que también van a buscar un cupo en la A en un torneo en enero.

Partiendo que es un torneo relámpago que se jugará en Bogotá, donde América jugará prácticamente de local. O me van a decir que alguno de los otros equipos es capaz de meter más de 30 mil personas a El Campín.

Espero, en serio, que América pueda subir este año para que no le quede ese peso a la hinchada escarlata que les quedó grande la B. Que subieron a punta de pupitre. Si yo fuera hincha de ese equipo estaría putísimo si volviera a la A de ese modo. Creo que esa institución puede ascender sin ayuda.

viernes, 26 de septiembre de 2014

El transporte público en Bogotá: ¿en crisis por cultura ciudadana?

Sin duda el comportamiento ciudadano tiene mucho que ver en el caos que se genera en Bogotá por culpa de los trancones, que no hay Waze que lo solucione, y el pésimo servicio de transporte público.

Si hubiera un mejor comportamiento, sin duda, los problemas mejorarían un poco. Por ejemplo, en una intersección la gente no debería cruzar el semáforo en amarillo para quedar en medio de la vía y no dejar pasar a los que vienen del otro lado. Sin embargo, este no es el principal problema. Esto nos hacen creer “los de arriba” para tapar la mala gestión que están haciendo y por la que cobran millones.

Empecemos por partes. TransMilenio es un sistema que colapsó. Las rutas exprés duran ahora más tiempo en un recorrido que lo que lo hacía un servicio corriente hace años.

En ocasiones hay que esperar hasta media hora el bus que a uno le sirve para que lo recoja. Mucho. Demasiado, diría yo. Este tiempo en las mañanas podrían ser 30 minutos más de sueño, si lo piensan bien.

Además, los buses sobrepasan su capacidad de pasajeros. Si revisan un camión lleno de vacas o cerdos, ni siquiera van así de llenos.

Las vías están completamente rotas. Si alguien ve el hueco que hay en la Caracas con 19 sabe que de uno caer ahí no lo sacan en un mes y toca con maquinaria pesada.

martes, 16 de septiembre de 2014

El bus, un centro de acondicionamiento físico

Cuando uno empieza a trabajar ochos horas diarias detrás de un computador, es imposible dejar de notar el aumento excesivo de masa corporal en el abdomen. Sí, entre más se gana experiencia laboral, también se gana más barriga.

Y como ante todo la vanidad, hay que buscar soluciones para no perder del todo ese cuerpo atlético que uno tenía de estudiante.

Madrugar dos horas más de lo habitual para ir al parque a trotar, una opción, pero no me convence del todo. Me gana la pereza. Ir en bici al trabajo puede ser, pero en las noches podrías ser peligroso llegar a mi barrio. Ir al gimnasio en las noches tampoco es una buena idea, porque después de trabajar es sano para la mente ir a beber cerveza o a cine, ya lo sabemos.

De tanto dar vueltas en mi cabeza, encontré la solución perfecta a mis problemas y además muy económica.

Son las seis de la mañana y me preparo para una eventual jornada deportiva camino al trabajo. No crean que me volví un deportista de alto nivel, simplemente voy a coger un bus.

jueves, 21 de febrero de 2013

Un día en verbos


Revisar el correo electrónico, redes sociales, páginas web y 'fanpages'. Acostarse a las 10 de la noche. Prender el televisor. Quererse dormir, no poder hacerlo. Apagar el televisor para creerse el cuento. Aburrirse de tener los ojos cerrados y darse cuenta que no hay sueño. Abrir los ojos y prender de nuevo el televisor o el computador. Mirar la hora. Hacer cálculos del tiempo que se dormirá. Volver a apagar los aparatos electrónicos. Ver el celular, dejarlo por ahí por no haber nada interesante. Volverlo a ver del aburrimiento, volverlo a dejar porque sigue sin nada de interés. Ponerse a pensar (familia, deudas, qué tal si…, trabajo, amigos, sexo, novia). Inventarse videos de lo que se estaba pensando. Ver la hora, 3 de la mañana. Emputarse. Dormirse sin darse cuenta, después de mucho tiempo de intento.